Sonidos para meditar

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Es sabido que la meditación es una práctica originada en Oriente, que consiste en una serie de técnicas destinadas a lograr un mayor grado de quietud mental.

Más allá del estilo elegido, el propósito es siempre el mismo: serenar el ir y venir de los pensamientos, apaciguar ese flujo y reflujo constante, a fin de lograr cierto grado de silencio interior, que permita a la persona serenarse, conectar con otro nivel de conciencia, más ligado al sí mismo y a la Totalidad, y menos al propio ego.

Dentro de las técnicas para meditar hay algunas más dinámicas, como las que proponía el maestro espiritual Osho, y otras que exigen un mayor grado de aquietamiento. Dentro de este segundo grupo, atender a la propia respiración, y concentrarse en un mantra son algunas de las propuestas que hacen los distintos maestros a la hora de meditar.

Recurrir al sonido para meditar es una senda que el hombre ha procurado frecuentemente a lo largo de su historia, a fin de lograr niveles superiores de concentración, de serenidad interior o de conexión espiritual con el aquí y ahora. Y entre los recursos sonoros utilizados para meditar se destacan los siguientes:

Cánticos o  mantras:

Al repetir ciertos sonidos especiales es posible inducir estados meditativos profundos. Los mantras son sonidos (grupos de palabras o palabras únicas, fonemas o sílabas, con o sin significado literal) que de acuerdo a las tradiciones hinduistas y budistas tienen cierto poder espiritual o psicológico. De cualquier forma en el marco de la meditación lo que cuenta es la concentración que propician los mantras al repetirse una y otra vez.

Cuencos tibetanos:

Estos artefactos de metal, o  “cuencos cantadores” (como también se los llama), tienen formato de tazón y ofrecen un sonido parecido al de una campana. El borde y los lados vibran de modo singular, tanto al ser frotados de manera continua con algún mazo, o bien al ser golpeados.

Originalmente usados en las prácticas budistas de Oriente, hoy en día son muy aplicados en contextos de meditación para inducir a la relajación, y provocar a la vez un estado de máxima atención y de entrega al momento presente. Su agradable sonido brinda una profunda sensación de bienestar para el alma y el cuerpo.

Músicas de la naturaleza:

Cualquiera que haya pasado unos momentos al lado de un arroyo de montaña, en el medio del silencio de un bosque, puede dar cuenta del efecto sanador que tiene ese arrullo, y de los potentes estados meditativos que propicia.

El sonido del agua tiene un particular efecto relajante y sanador; también lo tienen los cantos de los pájaros, los susurros del viento y otras frecuencias naturales que ayudan a unificar el cuerpo y la mente, dando lugar a  agradables estados de quietud interna.

Sonidos binaurales:

Últimamente se viene promocionando este camino como una forma particular meditar, para concentrarse y bajar el nivel de estrés. Se lo promociona como “audios concebidos para actuar en forma directa sobre el cerebro”.

Estos audios propondrían dos ondas sonoras ligeramente distintas, una captada por el oído izquierdo, y la otra por el derecho; de esa combinación surgiría una tercer frecuencia o sonido binaural.

Las personas los escuchan con auriculares unos cuantos minutos por día; cierran los ojos y se relajan, ganando con ello cierto nivel de armonía.

Sea cual sea el camino que elijas, la meditación te ayudará a serenarte; mejorará tu capacidad de prestar atención, fortalecerá tu sistema inmunológico y te inclinará hacia la alegría. ¿Conoces algún otro camino para meditar con sonidos? ¡Cuéntanos!

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